Hacia una revisión republicana de la tradición ecologista

La emergencia climática nos interpela sobre la necesidad de ofrecer un horizonte de futuro. En el pasado año, dentro del movimiento ecologista ha surgido un intenso debate sobre la cuestión del colapso y los futuros posibles. Quizás sería útil, para enriquecer estos debates, establecer cuál es la relación histórica entre los proyectos emancipatorios y el pensamiento ecologista. Intento esbozar aquí algunas ideas para iniciar esta tarea.
En Contra el mito del colapso ecológico (Arpa, 2023), Emilio Santiago establece una hoja de ruta para los ecologistas, estableciendo dos objetivos clave. El primero es hacer frente al mal mayor: descarbonizar y regenerar la salud de la biosfera, es decir, asegurarnos la existencia. El segundo se basa en “retomar la lucha por el bien mayor: coger el testigo del proyecto de emancipación humana allí donde lo ha dejado la empresa socialista, la acción feminista, descolonizadora, las luchas por la ampliación de derechos de las diversidades sexuales. Y volver a despejar el horizonte de una gran promesa social hacia la que avanzar.” (Santiago, 2023, p.196-197). El libro en su conjunto es una llamada a la esperanza y al desarrollo de un proyecto ecologista emancipador frente a las posiciones catastrofistas que proponen esperar o adaptarse al colapso que está por venir, confundiendo colapso ecológico con colapso social.
La frase citada es relevante porque parece asumir que el socialismo ha cedido, o debe ceder, el testigo a una causa ecologista que retome las cuestiones de la emancipación humana y que sea capaz de sintetizar el conjunto de luchas posteriores para la emancipación. Sin embargo, cabe preguntarse en qué punto y cómo difieren las tradiciones ecologista y socialista, cuales son sus puntos en común y en qué medida forman parte del mismo tronco, el proyecto fraternal del republicanismo. Dicho de otro modo, parafraseando a Toni Domènech, cabe preguntarse si es posible una revisión republicana de la tradición ecologista.
Esta es una tarea demasiado grande como para abordarla en una pequeña entrada de blog. Y demasiado lejana a mi especialidad, que no deja de ser la sociología urbana, como para que la afronte de forma seria en otro lugar. Sin embargo, sí creo que pueden apuntarse algunas ideas en relación a la genealogía del ecologismo y cómo está emparentado con el movimiento socialista. Es un viaje que empieza con un hijo de la ilustración, Alexander von Humboldt (1769-1859).

Humboldt, la emancipación y la ecología

En 1799 Humboldt inicia un viaje por Latinoamérica junto a Aimée Bonpland con el objetivo de analizar fenómenos geológicos que venía analizando en Europa, esclarecer las regularidades de la naturaleza a escala planetaria y resolver algunas dudas, como el proceso de formación del planeta y la composición de su interior. Tal y como establece Andrea Wulf en su biografía sobre el personaje (seguiré los datos de este libro de aquí en adelante), las exploraciones de Humboldt permitieron definir la naturaleza tal y como la conocemos. Elementos como los ecosistemas, el funcionamiento global del clima o la conceptualización de la naturaleza como una trama de la vida compleja se los debemos a Humboldt, que fue también el primer gran divulgador sobre la naturaleza.
Sin embargo, en ese viaje Humboldt hizo algo más. Rico heredero, Humboldt era independiente económicamente de los grandes imperios, que eran los propietarios de las tierras colonizadas y los que establecían las condiciones para su exploración. De forma sorprendente, consiguió permiso para explorar las colonias españolas, siendo además libre de organizar su expedición y sus resultados como quisiera. Humboldt se había formado en el ambiente ilustrado alemán. Amigo de Schiller y de Goethe, era partidario de la revolución francesa, y creía en la libertad e igualdad de todos los hombres. Contrario al esclavismo, a través de la observación empírica muy pronto se convirtió en un crítico del proyecto colonial.
Esta crítica no la sostuvo de forma aislada de sus trabajos sobre la naturaleza: Humboldt analizó el impacto del proyecto colonial sobre los ecosistemas, los comparó con los de las formas de vida indígenas y supo anticipar el papel que el colonialismo jugaba en la destrucción del medio ambiente y las formas de vida locales: explotaba recursos para la comercialización en favor de la metrópolis, obligando a la especialización productiva y la destrucción de formas de organización social que tenían menor impacto. En línea con el pensamiento republicano de la época, pensó en la necesidad de una organización basada en la pequeña propiedad que permitiera una relación distinta con la naturaleza. Incluiría visitas a Washington y Filadelfia para discutir estas cuestiones con otro republicano ilustre, Thomas Jefferson.

Humboldt aprende de un nativo sobre el funcionamiento de los volcanes
Humboldt aprende de un nativo sobre el funcionamiento de los volcanes

Así pues, Humboldt había puesto la semilla de una republicanismo ecologista que nació en el mismo momento de la formulación de una lectura de la naturaleza en torno a la idea de la trama de la vida. Las observaciones de Humboldt no dejaban a la humanidad fuera del cuadro, sino que también tenían en cuenta las interacciones de diferentes tipos de sociedades con el resto de fuerzas extrahumanas de los ecosistemas. Más importante para lo que discutimos aquí, se esbozaba un proyecto de emancipación humana que tenía en cuenta estas interacciones.
¿Qué pasó con este proyecto a la vuelta de Humboldt de sus viajes por América? En primer lugar, devino la derrota del republicanismo francés y la restauración completa del despotismo monárquico-absolutista en el Congreso de Viena de 1815. Habiendo dilapidado sus ahorros en su expedición, y pese a sus propias reticencias, Humboldt volvió al redil familiar y tomó responsabilidades en el marco institucional de la monarquía prusiana, a condición de dejar a un lado sus principios republicanos. Nunca los repudió, y fue visto en la corte por algunos como un personaje peligroso. Vivió en París todo el tiempo que pudo hasta que el rey, del que dependía económicamente, lo llamó al orden y tuvo que volver a Berlín. En segundo lugar, la publicación de sus conclusiones sobre el colonialismo en el imperio español Ensayo Político sobre la Nueva España (1822) le cerraría las puertas a hacer otros viajes. Nunca pudo ir a Asia, como era su deseo, porque la compañía de las indias orientales le negó el visado, y pudo ir a Rusia en una expedición posterior a condición de no entrar en temas sociales (en los que acabó entrando colateralmente). En tercer lugar, la ciencia moderna se consolidó como compartimentada, y naturaleza y sociedad no serían analizadas de forma unitaria hasta un siglo más tarde.
Así, la vía para la emancipación+ecologismo quedó inexplorada en gran medida. Pensadores de Estados Unidos como Thoureau (Walden, 1854) o George Perkins Marsh (Man and Nature, 1864) retomaron la cuestión de la relación humana con la naturaleza, pero sin la visión republicana de Humboldt. Estos autores proponen un cambio individual de la relación con la naturaleza (Thoureau) o diagnostican el impacto humano sobre la naturaleza independientemente de como nos organizamos socialmente (Marsh).

Man and Nature: el antropoceno anunciado en 1864

Se inaugura así una línea de pensamiento que da lugar al ecologismo basado en el cambio cultural y de valores pero que abandona la agenda emancipatoria. Autores como Marsh avanzaban así diagnósticos como el de antropoceno, concepto con una tremenda caja negra en el ámbito de lo social y que culpa al conjunto de la humanidad del cambio climático, y no al capitalismo como forma particular de organización social. La cuestión emancipatoria se retomaría con la ecología social con autores y activistas como Murray Bookchin a partir de los años sesenta del siglo XX.

Ecología y pensamiento socialista


A lo largo del siglo XIX no parece que medio ambiente y emancipación fueran una cuestión central del pensamiento y la acción socialistas. Si bien la filosofía de Marx pone la semilla para una reflexión sobre la relación entre formas de producción y explotación de los recursos naturales, no es hasta finales del siglo XX que se empiezan a elaborar propuestas en esta dirección. El grueso del movimiento socialista europeo en sentido amplio no se planteó la relación entre emancipación y ecología, con algunas excepciones.
Una fue para pensar en las ciudades del futuro y su relación con la naturaleza. Las reflexiones de la ciudad-jardín o sobre la necesidad de frenar el urban sprawl y poblar de forma más armónica las ciudades inundaron la teoría y práctica sobre la organización urbana. En algunos casos se pensaba en el socialismo como la superación de la ciudad misma. Quizás no hemos prestado suficiente atención a estas propuestas en tanto que propuestas emancipatorias que tenían en cuenta nuestra relación con la naturaleza.
Por otra parte, el movimiento anarquista pensó a menudo en el desarrollo de una vida rural comunista y libertaria en equilibrio con la naturaleza, en contraste con los latifundios agrarios y la explotación industrial. En el anarquismo español además, se dio el surgimiento de una corriente intelectual que vinculaba socialismo libertario y reconexión con la naturaleza a través del naturismo (vegetarianismo y nudismo fueron dos prácticas impulsadas desde estas visiones).
Para completar estas aproximaciones haría falta revisar cómo el movimiento socialista planteó en su conjunto la cuestión de la producción agrícola, la relación ciudad-campo y el papel en general de los recursos naturales. Sin embargo, creo que el gran debate del socialismo europeo en relación a la naturaleza durante el siglo XIX sería sobre la cuestión de los recursos, en un esfuerzo por rebatir las tesis (hoy diríamos colapsistas) de Malthus. En este debate, el grueso del movimiento socialista asumiría una propuesta desarrollista en la que la técnica, la explotación eficiente de los recursos y la distribución justa de la tierra y sus recursos iban a permitir el abastecimiento. En Ecología e igualdad, (2021) Ernest Garcia da cuenta de estos debates, sosteniendo, básicamente, que Malthus tenía razón frente a las posiciones cornucopianas de la mayoría de pensadores. El debate malthusiano tuvo y tiene muhcos adeptos también entre el movimiento ecologista. Pero el dilema población y recursos es un falso dilema. Pero esta es una cuestión para otra ocasión.

Para saber más

  • Domènech, Antoni (2019) El eclipse de la fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista Barcelona: Akal
  • Garcia, Ernest (2022) Ecología e igualdad. Hacia una relectura sociológica en un planeta que se ha quedado pequeño. Valencia: Tirant Humanidades
  • Humboldt, Alexander von (1822) Ensayo político sobre la nueva España Paris: En casa de Rosa.Descargable aquí
  • Santiago, Emilio (2023) Contra el mito del Colapso Ecológico. Barcelona: Arpa
  • Wulf, Andrea (2017) La Invención de la naturaleza. El nuevo mundo de Alexander von Humboldt Madrid: Taurus

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